En el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá
2017 se presentará una voluminosa muestra de poesía sueca llamada Los
talladores del viento. La selección y traducción de dicho proyecto lírico está
a mi cargo. El libro aparecerá bajo el sello de la editorial Uniediciones, en
la colección Zenócrate. Dicha publicación cuenta con las caricaturas de los
poetas seleccionados. Dichas caricaturas han sido creadas por el maestro Jorge
Restrepo, dibujante de la revista Semana y el diario El País de España.
Una de las poetas participantes es Katarina Frostenson quien
nació en la ciudad de Estocolmo. Debutó en 1980, a la edad de 27 años, con el
poemario País puro y después de esto ha entregado a sus lectores una veintena
de obras más. Es una destacada traductora de autores como Henri Michaux,
Margarite Duras y M. Maeterlink. En 1992 fue elegida miembra de la Academia
Sueca.
EL SUBURBIO ES LARGO
Los plátanos despellejan, brillo
de manchas áridas – un rayo de luz fuerte topa el torno
desnudo del árbol
pasa sobre los rastros de la calle, relampaguea – oh
qué largo es el suburbio. Vamos a lo largo del bulevar
camino a un teatro. Gorjeos “¿Son helechos?
“Son pájaros carboneros." “Rubor. Qué más da
las palabras son sombrías en el lenguaje en que uno no tiene
sus
recuerdos, el profundo susurro allí abajo, red de vénulas,
la marca de dos labios, el calor
de la huella de una mano – hablamos mi idioma y tú dices
mal. Pronto
eso me pasará a mí, pronto cuando sea la vuelta. ¡Nos pasará
a todos!
día de juicio final. Que la palabra es una grava en boca que
la quijada
por encima de todo quiere triturar, pulverizar, mezclar con
la saliva, escupirla en algún lugar de la calle y verla
fermentar,
hacerse una montaña - Mira
aquel hombre camina solo y habla, agita
maniático el brazo y dice: “Ven, ven tanza
mit mir, mit moi,
ischt god, ist god, ischt” -
sobre la calle... allí... ahora oiremos a Leonce
ustedes saben: el del ancho cráneo, él
que hizo eco a las lenguas de Europa pronto hará doscientos
años
ustedes saben: Leonce que bailaba
en anchos salones, valsaba con la cabeza en la mano,
escuchaba
todo el mar interior de su cabeza- el murmullo gélido-
le hablaba al eco de sí mismo, al
fantasma de su voz diurna,
la sombra allí
hola, Leonce
cómo se llama este claroscuro lugar,
se llama terreno suburbio- cómo se llama aquí-
de respiro está lleno el aire
de la sombra y el grito que nadie descifra aún
el gran mar que susurra, va
de treinta y siete idiomas este lugar-
hablamos de la sencillez, del idioma
que se siente el mejor; que las palabras vendrán a nosotros
de afuera, formadas en un discurso
que se llama Nuevo. No algo lírico
nada propio, singular. Pero público, como una lluvia
la lluvia que fue, que sonó y fue
suave, fuerte, neutral cayó sobre los objetos... Entonces
brillante, de la calle, con rapidez, como un alboroto-
un reflejo, un niño con rizos negros
arroja agua de un vaso desde la alta ventana
al cuartel gris del vecindario- qué cortas son las sombras
acá, sesgados
rayos de sol son fibras nerviosas